El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia, ligada a la percepción sensorial, en la formación del conocimiento. Para el empirismo más extremo, la experiencia es la base de todo conocimiento, no sólo en cuanto a su origen sino también en cuanto a su contenido. Se parte del mundo sensible para formar los conceptos y éstos encuentran en lo sensible su justificación y su limitación.
El término «empirismo» proviene del griego έμπειρία, cuya traducción al latín es experientia, de donde deriva la palabra experiencia.
El empirismo, bajo ese nombre, surge en la Edad Moderna como fruto maduro de una tendencia filosófica que se desarrolla sobre todo en el Reino Unido desde la Baja Edad Media. Suele considerarse en contraposición al llamado racionalismo, más característico de la filosofía continental. Hoy en día la oposición empirismo-racionalismo, como la distinción analítico-sintético, no suele entenderse de un modo tajante, como lo fue en tiempos anteriores, y más bien una u otra postura obedece a cuestiones metodológicas y heurísticas o de actitudes vitales más que a principios filosóficos fundamentales. Respecto del problema de los universales, los empiristas suelen simpatizar y continuar con la crítica nominalista iniciada en la Baja Edad Media.
En la Antigüedad clásica, lo empírico se refería al conocimiento que los médicos, arquitectos, artistas y artesanos en general obtenían a través de su experiencia dirigida hacia lo útil y técnico, en contraposición al conocimiento teórico concebido como contemplación de la verdad al margen de cualquier utilidad.
Historia:
Antiguas formas de empirismo incluyen las labores epistemológicas de Buda en oriente. Sin embargo, aquí se considera la evolución de las actitudes filosóficas occidentales.
Edad Antigua:
En la Antigüedad clásica existía una clara separación entre:
El conocimiento por la experiencia y su resultado: la técnica y el trabajo productivo. Lo que se ha entendido históricamente como "artes" y "oficios".
El ideal del conocimiento teórico que comprende dos ámbitos:
La ciencia: Entendida ésta como un conocimiento universal y necesario. Trata del saber de las últimas causas y de los primeros principios, lo que hoy se entendería como el fundamento de la realidad, la metafísica.4
La praxis: Como ideal del conocimiento práctico que dirige la acción hacia el logro del bien y la felicidad, que a su vez se desenvuelve en dos ámbitos:
La consecución del bien individual, la felicidad como Ética
La consecución del bien común social, la política.
En la Antigüedad clásica el conocimiento teórico y práctico, como saber universal y necesario, ideal del «saber» es independiente de la experiencia, y constituye la Sabiduría. La máxima expresión como conocimiento de la verdad, como ciencia, es la Metafísica y el modelo ideal de vida el más cercano posible a la felicidad, como ética, constituyen el ideal del sabio.
Esta separación del conocimiento y la acción práctica respecto a la producción de bienes materiales responde a una tradición aristocrática y guerrera de la nobleza o clase dominante. Las artes y los oficios eran propios de esclavos o comerciantes, pero la «sabiduría» (filosofía) era lo propio de la nobleza y de los hombres libres.
En la Atenas clásica ya apareció una doble actitud de pensamiento que se va a mantener a lo largo de toda la Historia de la filosofía en occidente y que hoy caracterizamos básicamente como racionalismo y empirismo. En realidad responden a dos actitudes y modos de concebir la función del pensamiento y el sentido de la vida.
Los primeros en mantener una actitud claramente empirista fueron los sofistas quienes negaron las especulaciones racionalistas sobre el mundo natural común a sus predecesores, presocráticos y, sobre todo, Platón; por el contrario se preocuparon "en tan relativas entidades como el hombre y la sociedad". El valor de la verdad queda restringido al valor concreto de la experiencia y el ejercicio del poder, bien sea individual (moral) o social (política).
Este empirismo se interesa por la retórica en el dominio del lenguaje como instrumento esencial para la vida política ateniense y el ejercicio del poder.
Aristóteles
Aristóteles proclamó la importancia de la inducción basada en la experiencia.
Tal vez sea Aristóteles quien mejor expresó el valor del conocimiento de la experiencia, por más que lo considerara sometido al supremo valor de lo teórico. En su Metafísica (982b 11-32), Aristóteles concibe al conocimiento como un proceso:
Se parte de lo común con los animales dotados de sensación y memoria y, por tanto, con experiencia; es la acumulación de experiencia lo que a los hombres hace «expertos».
Más perfecto es el conocimiento de dicha experiencia unida a la reflexión, lo que convierte a los hombres en “artesanos”; lo que hoy denominaríamos técnicos (médicos, arquitectos, estrategas, etc.)
La perfección de la función racional humana se manifiesta en la suprema facultad de elevarse a los fundamentos de dichos conocimientos a través de las causas hasta los primeros principios; es en esto en lo que el hombre se asemeja a los dioses, el saber de una Ciencia primera, entendida hasta el siglo XVIII como Metafísica. Esto solo es posible en la medida en que una sociedad tiene asegurados los bienes materiales, y por tanto puede dedicar a los «hombres libres» a la «inutilidad» del pensamiento en búsqueda de la verdad de la ciencia.
De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en busca del conocimiento, y no por ninguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna utilidad sino que así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma. Por eso también su posesión podría con justicia ser considerada impropia del hombre. Pues la naturaleza humana es esclava en muchos aspectos; de suerte que según Simónides, «sólo un Dios puede tener tal privilegio, aunque es indigno de un varón buscar la ciencia a Él proporcionada.»
Aristóteles, Metafísica, 982b 11-32
Aristóteles es propiamente un filósofo de tipo racionalista como no podía ser menos en un discípulo aventajado de Platón; admite un conocimiento metafísico del ente en cuanto tal; es el fundador de un sistema lógico que garantiza que, si se parte de verdades y se razona correctamente, se llegará a nuevas verdades,13 tal como define la forma argumentativa por excelencia, el silogismo, partiendo de la capacidad del entendimiento para llegar al conocimiento verdadero e intuitivo de los principios y la intuición de las esencias como formas sustanciales de las cosas.
Sin embargo, Aristóteles también es el primero que reflexiona sobre el valor del conocimiento por la experiencia y los razonamientos inductivos, es decir al conocimiento científico como «observación de la naturaleza»: biología, medicina, etc.
Helenismo greco-romano
La influencia de los artesanos en la elaboración de teorías, o mejor dicho normas generales, más o menos científicas para la práctica de la construcción, la agricultura, la navegación, la medicina, etc., siempre estuvo presente, sobre todo en el helenismo, Alejandría y durante el Imperio romano donde las «artes» tuvieron una importancia enorme en las construcciones civiles, no solo en las ciudades, sino en la construcción de carreteras, puentes y obras hidráulicas.
Hipócrates de Cos, (siglo V a. C.) pasa por ser el padre de la medicina, por el cambio de orientación que hasta entonces tenía la tradición sobre todo egipcia, ligada a la magia y a lo sagrado. Es el primero que elabora una teoría general sobre lo que es la salud y la enfermedad en relación con un concepto determinado de hombre.
Son nombres relevantes de la cultura clásica, además de los citados: Arquímedes, siglo III a. C., un auténtico teórico y práctico de la lógica empírica,15 Vitrubio, siglo I a. C., el primero en hacer un tratado de arquitectura y urbanismo y en medicina Galeno, siglo II d. C.
Los conceptos y la experiencia
Epicuro (siglo IV a. C.) fue el filósofo griego fundador del epicureísmo.
Los griegos separaron el conocimiento de la razón, que conoce por conceptos aplicables a multitud de objetos como conocimiento universal, del mero conocimiento de la experiencia que conoce por los sentidos únicamente lo individual y concreto.
Cómo se entienda qué son los conceptos y su relación con lo sensible y ambos en su relación con la realidad es el fundamento de estas dos actitudes que consideramos los antecedentes del racionalismo y el empirismo.
En la medida en que tales conceptos representan la "esencia" inmutable de las cosas, las formas de la sustancia, el conocimiento adquiere un sentido Universal y necesario, y por ello es un conocimiento objetivo y hace posible el conocimiento científico. Tal es el fundamento de la actitud racionalista. El lenguaje, entonces, en la medida en que es capaz de representar los conceptos como verdaderos en un lenguaje “apofántico”, como decía Aristóteles, manifiesta en su contenido fielmente la realidad como verdad.
En la medida en que el concepto esté más cercano y dependa más de la experiencia sensible, el conocimiento ofrece únicamente un conocimiento cuya verdad descansa en el caso individual y concreto y está sujeta a la subjetividad del individuo que tiene la experiencia. Los conceptos y su referente en el lenguaje, las palabras, son algo convencional, generalizaciones de la experiencia individual compartida con los miembros de una sociedad cultural que hace posible la comunicación mediante el lenguaje.
Los conceptos para el empirismo no son una garantía de conocimiento objetivo y por tanto la ciencia tiene solamente un valor relativo y justificado en la generalización de las experiencias comunes, convencionalmente representadas en los conceptos y el lenguaje.
«El hombre es la medida de todas las cosas», es la frase que viene a resumir esta tendencia. Se atribuye a Protágoras uno de los notables sofistas con quien Sócrates, (Platón), sostiene controversia. Nombre que queda históricamente consagrado por dar título a uno de los más conocidos “Diálogos” de Platón.16
La tradición más racionalista está representada por el pensamiento metafísico griego y la tradición más ligada a la tradición cristiana en Occidente: los presocráticos, Pitágoras, Platón y Aristóteles y sobre todo el platonismo y el neoplatonismo, pues en último término este pensamiento remite a un primer principio, que los cristianos refieren a Dios.
La tradición más empirista está representada por los sofistas y los escépticos, pero cada escuela (Estoicismo, Cinismo, Epicureísmo, Pirronismo) y cada momento histórico tiene sus respectivos representantes con diversos matices más o menos cercanos al empirismo o al racionalismo.
Ptolomeo, el creador de la concepción geocéntrica del universo, representa un ejemplo interesante del empirismo en la antigüedad. Heredero de la concepción del Universo dada por Platón y Aristóteles, su método de trabajo difirió notablemente del de éstos, pues mientras Platón y Aristóteles dan una cosmovisión del Universo, Ptolomeo es un empirista. Su trabajo consistió en estudiar la gran cantidad de datos existentes sobre el movimiento de los planetas con el fin de construir un modelo geométrico que explicase dichas posiciones en el pasado y fuese capaz de predecir sus posiciones futuras.
Edad Media
En Occidente la caída del Imperio romano deja todo el saber refugiado en los monasterios y queda restringido prácticamente al control y poder de la Iglesia. El pensamiento cristiano adoptó durante la antigüedad y toda la Alta Edad Media el platonismo y neoplatonismo por ser el pensamiento que mejor se adaptaba a su creencia en un Dios único y creador del mundo conforme a unas Ideas (Divina Providencia), y concedía un sentido trascendente a la vida del ser humano, con otra vida que ha de ser juzgada por Dios.
A partir del siglo XI, por medio de los árabes se recupera el aristotelismo en occidente. Son pensadores importantes en este proceso Alkindi, Avicena, Averroes, Alhazen, Avempace y de especial trascendencia cultural la Escuela de Traductores de Toledo.
La polémica suscitada en la Universidad de París por Roscelino y Pedro Abelardo sobre la realidad de los conceptos universales supuso un nuevo interés por las cuestiones lógicas y en lo que va a constituir el nominalismo, una de las cuestiones que mayor influencia va a tener en la «valoración de la experiencia».
Esta revalorización de la experiencia y la «importancia del conocimiento individual» se producen a partir del siglo XIII, sobre todo por la orden franciscana y la Universidad de Oxford.
Los franciscanos subrayan la importancia de lo individual, y valoran la experiencia del mundo como valor del conocimiento en cuanto tal, que no impide sino que ilumina y acerca el sentido de la vida hacia Dios reconociendo el valor del conocimiento de la Naturaleza como obra de Dios. Los pensadores más significativos de esta corriente son Roger Bacon, Duns Scoto, y sobre todo Guillermo de Ockham.
En contraposición los dominicos (Universidad de París) subrayaron un realismo moderado, manteniendo la importancia de los universales; Tomás de Aquino. dominico, promueve un aristotelismo cristiano que tanta influencia ha tenido en la historia de la Iglesia.
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El nominalismo y la «navaja de Ockham». Crítica de la teoría aristotélica del movimiento
El llamado nominalismo supone un sentido crítico sobre el valor de los conceptos, y el sentido del lenguaje.
Frente a los argumentos aristotélicos clásicos «cualitativos» o esenciales, y el mundo de las «entidades» que se introducen como conceptos en dichos argumentos,Ockham establece un principio que ha pasado a la historia como la navaja de Ockham o principio de parsimonia: «Non sunt multiplicanda entia sine necessitate» (no se han de multiplicar las entidades sin necesidad), o lo que equivale a valorar las explicaciones más sencillas y cercanas a la experiencia, antes que recurrir a especulaciones arbitrarias e imaginativas.
Por otro lado, en París, Nicolás de Oresme critica la teoría del movimiento aristotélica y mediante relación de cantidades mediante tablas, se estudia el movimiento relacionando los espacios recorridos y el tiempo que se tarda en recorrer dicho espacio, intuyendo el concepto de velocidad y aceleración, tan importante para establecer las condiciones experimentales del movimiento; clasifican éstos como, "uniforme", "disforme" y "uniformemente disforme". Y es el antecedente más próximo al estudio del movimiento mediante «cantidades relacionadas matemáticamente», fundamento del progreso de la ciencia del siglo XVI y XVII y del concepto de análisis matemático.
Jean Buridan y su «teoría del impetus» analiza el «momentum» o permanencia del movimiento después de que haya actuado la causa que lo produce, como ocurre en el caso de los proyectiles. Es el antecedente más importante de lo que en la ciencia moderna va a ser el principio de inercia.
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Renacimiento
El paso al heliocentrismo por la revolución de Copérnico fue determinante para desplazar definitivamente la física «cualitativa» aristotélica y avanzar hacia una ciencia física «cuantitativa», fuertemente apoyada en la medición y las matemáticas.
Los grandes descubrimientos, (brújula, pólvora, imprenta, las Indias occidentales), han ensanchado enormemente el mundo conocido hasta entonces y los modos de organización social y la transmisión de la cultura a través de los libros.
Este proceso renovador avanza de manera espectacular en el Renacimiento, siendo de especial importancia la sustitución del ábaco por el algoritmo en las operaciones esenciales para el cálculo. Esto se hace posible tras la aportación árabe del sistema de numeración decimal, introduciendo el cero, ya conocido en la India y por los mayas, y los grafos numéricos actuales, que hicieron posible confeccionar tablas de operaciones aritméticas y sobre todo ampliar los campos del cálculo, esencial para el comercio que en esta época cultiva la burguesía de las ciudades.
El saber se independiza en las ciudades del control de la Iglesia y a través de la influencia de artistas y artesanos, sobre todo la arquitectura para las nuevas construcciones de las ciudades y la metalurgia esencial para las nuevas «artes de la guerra» por la aplicación de la pólvora. La experiencia como fuente de conocimiento adquiere un valor social que hasta entonces no había tenido.
El hecho del descubrimiento de las «Indias Occidentales» plantea el tema de la redondez de la tierra a la vez que el heliocentrismo27 toma cuerpo de hipótesis científica con el libro de Copérnico. El heliocentrismo pone en cuestión y profundiza la crisis de la concepción medieval del mundo y la física aristotélica.
El poder social de la nobleza va a ir pasando a una clase social nueva, la burguesía, y a encontrar un nuevo fundamento en el dinero. Dinero al que tienen que recurrir los reyes mediante el préstamo de los banqueros para mantener un ejército basado en la pólvora y no en las «armas de los caballeros».
El cambio de mentalidad que supuso el Renacimiento, el Humanismo, no acepta el «argumento de autoridad», y tanto los artistas como los investigadores y pensadores reclaman libertad, lo que facilitó en gran manera el hecho de valorar la experiencia y la experimentación como fuente de conocimiento. El conocimiento adquiere con esto un valor nuevo: «conocer para dominar la naturaleza».
Leonardo da Vinci no pudo ir a la universidad por ser hijo ilegítimo, por lo que a veces era tratado, por algunos, de «inculto» por no saber latín:
Soy completamente consciente de que hay gente presuntuosa que cree tener razón en desacreditarme por no ser un hombre culto ¡Qué locos! [...] No saben que mis materiales tienen más valor porque derivan de la experiencia antes que de las palabras de otros, y la experiencia es la maestra de quienes han escrito con acierto.
Leonardo da Vinci, Códice Atlántico, folio 327v.
Hablar del Renacimiento es hablar de Leonardo da Vinci28 Miguel Ángel, etc. que si no fueron específicamente científicos significaron la apertura del espíritu hacia nuevos conceptos. Luis Vives, Erasmo, etc. significaron la superación del criterio de Autoridad que tanto limitaba el horizonte del conocimiento en su dependencia de la fe y de una Autoridad como la Iglesia que controlaba cualquier desviación de lo «establecido».
Edad Moderna
René Descartes, padre del racionalismo moderno.
La filosofía aristotélica tradicional entra profundamente en crisis a partir de la teoría heliocéntrica del universo y de los progresos que la ciencia está obteniendo aplicando métodos nuevos de investigación. De especial relevancia es el método «resolutivo-compositivo» de Galileo.
La ciencia intenta «descubrir las leyes que rigen la naturaleza para dominarla». ¿Cómo es posible llegar a conocer desde la experiencia las leyes generales del comportamiento de la naturaleza?
Dos modelos de método de investigación: Francis Bacon y Descartes
Dos modelos de pensamiento filosófico y valoración del conocimiento: Racionalismo y Empirismo propiamente dichos.
Es en este campo filosófico de oposición racionalismo-empirismo en el que frecuentemente se sitúa el empirismo en cuanto tal. Se restringe incluso al titulado «empirismo inglés» (Francis Bacon, Hobbes, Locke, Berkeley, Hume), en oposición al «racionalismo continental» (Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz, Christian Wolff).
En esta oposición el problema se viene a reducir a la admisión de la existencia o no existencia de las ideas innatas.
Según Descartes el entendimiento se funda en intuiciones evidentes puestas por Dios en la naturaleza humana, como ideas innatas o principios del pensar, a partir de las cuales es posible establecer unas relaciones lógicas entre las ideas recibidas de la experiencia.
Este modo de pensar relacionando ideas mediante el análisis ha dado enormes frutos en el progreso habido durante los últimos años en el cálculo matemático para el descubrimiento y descripción de las leyes de la naturaleza y sus aplicaciones a la ciencia empírica, la Física como ciencia moderna y la astronomía sobre todo.
Tras el desarrollo del cálculo habido ya en el Renacimiento, y el desarrollo del álgebra por Simon Stevin, François Viète, Gerolamo Cardano y otros, se hace posible el cálculo del movimiento de los proyectiles por Tartaglia; del movimiento de caída de los «graves» Galileo; el estudio de la variación de presión por la altura Torricelli; el estudio de las presiones y el descubrimiento de la prensa hidráulica y cálculo de probabilidades Pascal; la predicción del movimiento de los planetas Kepler. Y la culminación de este proceso se da en el seno del racionalismo con el propio Descartes, Pascal, Leibniz y Newton. Estos dos últimos, con el descubrimiento del cálculo infinitesimal, abrieron enormes perspectivas en la matematización y cálculo de funciones continuas aplicables a tantos procesos de cambio continuo en la naturaleza, siendo finalmente la obra de Newton todo un compendio de lo que vino a significar la ciencia física durante los siguientes siglos.
Sobre el modelo de este proceso de reflexión matemática Descartes propone su método de investigación científica; una ciencia que garantiza la verdad por la sucesión de evidencias con certeza que se establecen siguiendo las reglas del método.
Estas verdades así establecidas se corresponden con la realidad del mundo porque una de las principales ideas innatas es la idea de Dios como ser Perfecto y Bueno, que no puede engañarse ni engañarnos.
Son los racionalistas principales: Descartes, Spinoza, Malebranche, Leibniz, Wolff, Pascal y el grupo de Port Royal en Francia.
El empirismo inglés
John Locke (1632-1704), el más influente empirista inglés.
John Locke responde al racionalismo continental, defendido por René Descartes, escribiendo a finales del siglo XVII Ensayo sobre el entendimiento humano (1689).
El único conocimiento que los humanos pueden poseer es el conocimiento a posteriori (el conocimiento basado en la experiencia). Es famosa su proposición de que la mente humana es una Tabula rasa u hoja en blanco, en la cual se escriben las experiencias derivadas de impresiones sensoriales a medida que la vida de una persona prosigue.
Hay dos fuentes de nuestras ideas: sensación (provenientes de los sentidos) y reflexión (provenientes de las operaciones mentales: pensamientos, memorias...), en ambas se hace una distinción entre ideas simples y complejas. Las ideas simples son creadas de un modo pasivo en la mente, luego de obtenerlas mediante la sensación. Por el contrario, las ideas complejas se crean después de la combinación, comparación o abstracción de las ideas simples. Por ejemplo la idea de un cuerno al igual que la de un caballo son ambas ideas simples, pero al juntarse para representar a un unicornio se convierten en una idea compleja.36 De acuerdo con Locke, nuestro conocimiento de las cosas es una percepción de ideas, que están en acuerdo o desacuerdo unas con otras según unas leyes de asociación de ideas.
Pero considerar la idea de «sustancia» o la idea de «causa» como una «idea compleja» modifica completamente el fundamento de toda la filosofía tradicional basada en la «sustancia» como «sujeto» y la «causalidad» como «explicación del cambio o movimiento»
Una generación después, el obispo irlandés George Berkeley (1685-1753) determinó que el punto de vista de Locke abre la puerta para un eventual ateísmo. Ideó un empirismo extremo, metafísico, en el cual los objetos existen si son percibidos Esse est percipi (ser es ser percibido) de modo que un objeto siempre es percibido; porque si ningún humano lo percibiera Dios sería la entidad encargada de percibirlo. La percepción en cualquier caso es el fundamento del ser. Tales ideas más que empíricas responden a un sentido idealista.38 39 40
David Hume (1711-1776) sostuvo un empirismo que derivó en escepticismo.
Por otra parte, David Hume reduce todo conocimiento, en cuanto tal, a «impresiones» e «ideas». Admite dos tipos de verdades: «verdades de hecho» y «relación de ideas»Toda idea ha de poder ser reducida a una impresión correspondiente. Cuando una idea surge de la relación entre ideas, su contenido de realidad ha de depender de las impresiones que la motivan. Si no encontramos dichas impresiones se debe rechazar como producto de la mera imaginación sin contenido de realidad alguno. Tal ocurre con la idea de sustancia y la idea de causa.
Un conjunto de impresiones generan una asociación de ideas respecto a un hecho y un juicio al respecto. Un asesinato, por ejemplo, no es ni puede ser reducido a una impresión45 Es una relación de ideas: La idea del hecho de matar a un hombre (recuerdo de una impresión) junto con la idea del "desagrado que produce" en la conciencia como impresión interna queda asociada en una nueva idea: "asesinato" como idea que expresa un juicio moral relativo al rechazo de la asociación de las dos impresiones: El asesinato es algo "malo" como apreciación subjetiva moral pero no tiene contenido de conocimiento verdadero o falso.
De igual manera la noción de causa no puede ser reducida a una impresión; surge de la relación entre ideas. ¿Cuál es la relación que une a dos ideas como causa?. Para Hume es evidente que la relación causal se establece bajo el punto de vista de "una sucesión constante de impresiones" que generan en el hombre un «hábito» o «costumbre».
A la impresión de poner un cacharro con agua en el fuego siempre se sigue que el agua se caliente. Es la conciencia la que asocia estas dos impresiones sucesivas como ideas (el hecho de poner el agua al fuego, y que le suceda el hecho de que se caliente). Esta asociación constituye una nueva idea, la idea de causa, cuyo fundamento es la expectativa de que "el hecho de que hasta ahora me ha sucedido que siempre que pongo un cacharro con agua al fuego ésta se calienta" me permite afirmar: "El fuego calienta el agua"; es decir el fuego es la causa de que el agua se caliente.
Pero no podemos encontrar ninguna impresión que tenga relación directa con la idea de causa. Y el contenido de realidad de una idea solamente tiene sentido en referencia a la impresión de la que se derive. La idea de causa, pues, es algo meramente subjetivo, resultado de la asociación de la mente de dos impresiones sucesivas cuya conexión no aparece como evidencia.